18/8/10

LA OTRA REALIDAD

Sintió como la empujaban para poder entrar a ese lugar que tanto le habían contado, que creía no pisar, no por no estar preparada o por que no lo necesitaba. Temblorosa se dejó llevar hasta la recepsión.
-¿nombre?- exclama una mujer.
-Carmen- contesta ella con miedo.
-¿apellido?- le preguntan de nuevo, ahora con tono más agresivo.
-Villegas- contesta ella mientras con sus ojos estupefactos mira todo el lugar, mientras busca a sus acompañantes.
-¿cuantos son?- vuelve a decir la mujer de la entrada.
-5- contesta al mismo tiempo que entrega el dinero.
- !avanza¡, ¿no ves que hay mas detrás de ti?, ¿nombre?.

Vuelve a sentir la mano de Roberto, esta vez no la empuja, le toma el hombro mientras le dice, al oido, que tendrán que esperar mientras encuentran un lugar donde sentarse. Observa la gente que la rodea, niños, ancianos, mujeres, hombres, todos ellos con expresiones tristes en la cara, mirada perdida y resignación en la piel.

Se sentó lejos de sus compañeros, que, de vez en cuando intercambiaban miradas entre ellos, también era la primera vez que llegaban a ese lugar. A su lado habían dos niños pequeños, siendo apurados por su madre a tomarse lo que tenían en los vasos de color rosa que sus manitas sostenían. Sintió una mirada, era Roberto, que sentado enfrente, con señas le preguntaba como se sentía, mientras ella con la cabeza de un lado a otro afirmaba que estaba bien, al mismo tiempo que volteaba a ver hacia donde Xochiquetzal, Aramis y Cuervo se encontraban, recibiendo de manos extrañas y algo sucias los platos con crema de verduras (todas esas verduras que en el mercado te regalan por que ya estan por irse a la basura, solo por que ya se estan pasando) y un vaso rosa con agua de horchata.

Una mano le entregó el plato con la crema y una cuchara, que bajo la mirada quisquillosa de siempre y su mente que no dejaba de analizar lo que veia y pasaba, observaba unas manchitas en la cuchara; con todo el valor del mundo pasó el dedo por las manchas pidiendo que no salieran al tallarlas (sintiendose desepcionada al ver que la mugre desaparecía). Le pusieron las tortillas sobre la mesa (esa mesa sucia y manchada de arroz y frijoles) sin manta ni nada, así solas sobre la mesa.

Engulló la crema (que tenía buen sabor) halzo la mano con todo y el plato, imitando la acción de Roberto, pues había entendido que ahi asi funcionaban las cosas.
- ¿con frijoles?, le preguntó la monja
- si, gracias, contestó, ya menos apenada
- ¿tiene agua que nos dé por favor?, dijo Roberto.
- solo de guanabana, ¿la quieren?
- si, gracias, contestan a una sola voz.

Comenzó a comer de nuevo, esta vez en el plato (el mismo donde le habían dado la crema), le pusieron frijoles de la olla con carne de res en adobo (que tambíen sabía rico), mientras comía, retumbó en el lugar la misma voz que la recibió al principio. ¡Apurence, ya vamos a cerrar, la Madre ya quiere descansar y comer!
después de eso cada minuto se escuchaba la misma voz, ahora reforzada con la voz de los demás que ayudaban a servir la comida.
Más apurada que nunca comió, mientras, en su mente pasaban las imagenes que observaba, preguntandose que clase de vida tendrían las personas que compartían con ellos la comida (ellos los niños de papi que tienen dinero para comer, bueno hay ocaciones que su condición de estudiantes los dejan sin recursos), se preguntabá en donde había visto esas caras sucias, esos bastones, esa ropa rohida, pensó si todos los días esas personas van a comer ahí, si todos los días que salen a talonearle vendiendo lapiceros en los camiones, poniendose en las esquinas con una lata que suenan con los pocos pesos que la gente les regala, si lavan la ropa agena para poder darle de comer a sus hijos, si los niños se llenan con la comida que reciben (que es mucha por que te sirven varias veces, pero no es del todo nutritiva), o si los ancianos llegan ahi por sus propios pies o si hay alguien que los lleve y los deje ahí después de pagar la cuota de $2.00 (si, dos pesos) que cuesta la comida, si esa es su vida diaria, o solo unas cuantas veces, si siempre sufren los gritos de esa mujer, si siempre es el mismo guisado, si alguna vez se han enfermado.

Esto paso, no es un cuento sacado de mi cabeza, obviamente hay mas, esto es solo una parte, el lugar se llama CARITAS, es un horfanato, una casa hogar donde por $2.00 te dan de comer, pero debes ir con la mente amable a darte cuenta de lo que pasa a los demás, de que decimos que estamos jodidos y al llegar ahí, vez que no es cierto del todo, que si, efectivamente estas jodido, jodido por decirlo, por que vez esa otra realidad del mundo y recapacitas, que te ahogas en poquito, por eso te jodes, por verte miserable aun viendo que hay gente que vive peor que tu.

A mi, no me puso triste, creo que he visto muchas cosas que ya no me entristecen, al contrario me hace pensar en que necesito esforzarme en lo que hago, necesito trabajar y avanzar en mi para poder crear reformas sociales (de a poco), que hagan que estas situaciones dejen de presentarse tan seguido (por que es dificil erradicar algo tan arraigado), que se quiten las vendas de los ojos y se deje de creer que la marginación solo se encuentra en Africa, o en nuestras cominidades, también pasa en la ciudad, siempre me embriagaba con la idea de querer saber de donde provienen y a donde van las personas que piden, si tendrán casa, que comen, como le hacen para transportarse si es que viven lejos, hoy pude resolver la mas importante de mis dudas.

La verdad es que no se como terminar esto que escribo, no tengo una reflexión que dejar, ni tampoco un grito de guerra desesperado, ni lagrimas en los ojos, solo se que hoy me siento más viva que ayer.

¡PROVECHO!

Agradesco a Roberto Carlos, por llevarnos a ese lugar y a Xochiquetzal, Aramis y Cuervo por acompañarnos en esta faena humanizadora.

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