6/5/08

Lamento haberte matado


Lamento haberte matado, pero era tal mi desesperación y mi enojo que no sabía lo que hacia, desesperación al sentir que te vas, que te alejas de mi lado, que te pierdo para siempre.
Y es que eres todo lo que tengo en lo real y lo inexistente, se que mi manera de actuar no fue la correcta, pero dime que sentirías tu si un día despiertas con el sin sabor de cenicero en la boca y un puñal en el corazón, comienzas a sentir que nada tiene sentido que la sangre se agolpa en tu cabeza y lo único que quieres es correr y borrarte de la mente.
Pero no puedes sigue ahí tu recuerdo, tu ser, tu olor y te despiertan las ganas de morir, pero morir a tu lado, es así como llegas al final de las cosas, de aquellas cosas que creíste interminables, de esas que con tanto esmero procuraste, de esas que deseaste y no te fueron otorgadas.
Es por eso y no por otra razón que te apreté a mi, aferré nuestros recuerdos, nuestros seres, nuestras vidas, tan juntas, tan unidas para que no te fueras, para que no me dejaras, pero al hacerlo, al aferrarme tanto terminé por matarte, por perderte para siempre, por hundirte en un vacío y un recuerdo al que no puedo seguirte, al que no puedo llegar, no por falta de fuerzas, ni por falta de ganas, si no por que tu mano no me llama, por que tu voz no me guía y tus ojos no me alumbran.
Te perdí, y lo peor de todo es que se donde te puse, se donde encontrarte, pero tu no quieres ser encontrado, no quieres llamarme a tu lado.
Entonces solo te veré partir desde este lado del río, a la orilla del embarcadero de la vida, mientras tu navío se quema en el naufragio del olvido y la tristeza, para no poder seguirte, pues la corriente es tan inmensa que intentar nadar solo me llevaría a mi propia perdición y para que nadar contra la corriente de tu amor si ya no existe más para mi. Si el caudal de tu río es diferente al mío, si las fauces del león te esperan del otro lado.
Ese viaje no es para mí, lo fue y lo dejamos anclado a que la lluvia de nuestros seres lo hundiera.
Así que mientras tu quemas al barco que pudo haber sido nuestro estandarte de guerra, yo recreo y creo otro para mi, para mis recuerdos, para tener fuerzas y seguir, tratando de esquivar tus recuerdos y no por que yo no los quiera, si no por que lastiman como las espinas de una rosa, ahí se quedaran resguardados por una torre interminable de palabras que aunque son derribables ninguno quiere tirarlas, preferimos seguir gritándole al viento para que las lleve hasta ahí, para que las acomode por nuestro propio bien.
Cuando regreses de ese viaje al que no puedo ir, ese que no me corresponde hacer, estaré aquí parada en este lado del rió tratando que las lagrimas que he derramado, se derramen como un torrencial sobre nuestras tumbas, para que se lleve la tierra que nos cubre y nuestros cuerpos se limpien con las desgracias que nos provocamos, y podamos algún día no muy lejano vernos a los ojos y no pedir con gritos ahogados un beso, un abrazo y un te amo.
Lamento haberte matado, pero creí que era la única solución a mi desesperación, a mi miedo a mi falta de valor. Lamento haberte matado, pero creo que podré revivirte cuando tus ojos brillen otra vez.
Y aun con el remordimiento que pesa en mi ser, se que si pudiera evitar que te fueras de mi lado otra vez, no dudaría ni un instante en matarte de nuevo, en asfixiar tu recuerdo, en ponerlo en la cama de un hospital, a que se cure lentamente, a que reviva con mis cuidados, y con la medicina que tu me enseñaste a preparar, esa medicina a base de cariños, palabras, abrazos y besos, esa medicina que alimenta todos los seres, incluso los nuestros.
Quédate ahí para mi, aferrado a mis recuerdos, ahí pegada a tus cabellos, ahí unido a mi cintura, ahí donde tu luz me cuida y nuestras manos se guían.
Quédate ahí, aquí, en ti , en mi, para que ya no lamente haberte matado, ni haberte seguido por otro lado, para que no lamente tu muerte, mi muerte, nuestras muertes que aunque distintas y separadas fueron creadas por las mismas personas, los mismos sentimientos, la misma razón y por si fuera poco la misma pasión.
Lamento haberte matado.
15/08/07

1 comentario:

Aureliano dijo...

Si, a veces dan ganas.
Paradójico, no?